Te amo con todas mis tripas
Los antiguos orientales pensaban que los sentimientos
humanos se originaban en las vísceras, en las tripas, en las entrañas, es por
ello que expresiones tales como odio visceral, amor entrañable, de lo profundo
de mi ser, hondo aprecio e intrínseco fervor, se hacen entendibles aunque ya no
se tomen literalmente sino en un sentido figurado.
Es igual que cuando
nos referimos al corazón, ningún joven enamorado mira a su chica y le dice con
voz queda al oído: “mi vida, te amo con todo mi músculo bombeador de sangre”.
Eso sonaría anti
romántico. Más bien le dice: “te amo con todo mi corazón”. Y la señorita suspira sabiendo que su cariño
es profundo, no con sangre, venas y arterias.
El apóstol Juan,
quien es conocido como el discípulo del amor en la Biblia, fue también muy
gráfico al expresar que no debemos amar a los hermanos en la fe de palabra, ni
de lengua, sino de más adentro del cuerpo, de corazón, con las entrañas, con
las tripas.
Un amor superficial,
de labios nada más, es el de aquel que te toma la mano, te la acaricia, luego
te abraza, te masajea la espalda, te mira a los ojos y te dice con misticismo:
“¡oh mi amado! ¡Oh mi hermano! ¡Cuánto te amo! Dios ha puesto
sobre mí una carga especial por ti y un gran afecto por tu vida.
Te bendigo con la bendición sacerdotal y con todos los favores de
los patriarcas para que tu vida reboce con la gloria del Señor”.
¡Uaoo! Después de
semejantes palabras uno queda flotando en el aire. Lo único lamentable es no
haber tenido una grabadora a la mano para guardar ese fraseo. Ni siquiera
Neruda se hubiera expresado de manera tan bella.
Y esas palabras no
tienen nada de malo, ya quisiéramos escucharlas con frecuencia. El problema
está en que no sean refrendadas con hechos y que el que las dijo se escurra
entre la gente y se vaya sin importarle si hemos comido o no, o si tenemos
algún problema familiar o laboral, o si estamos tristes o enfermos.
De tales cristianos
dice el apóstol Juan: ¿cómo podemos decir que mora el amor de Dios en ellos?
Y Santiago en su
epístola añade: “Si usted le dice cosas bien espirituales pero no le ayuda a
suplir su necesidad material, de qué le servirá”.
Sin llegar al
extremo de permitir que abusen de nosotros o nos expriman, nuestro deber es
amar entrañablemente, con las tripas, con hechos, no de lengua solamente,
porque el amor se dice y se demuestra.
Fuente: Devocionales en pijama
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